Dr. Carlos Alberto Ríos - Cirugía Plástica y Pasión por los Viajes

Hoy tenemos el placer de entrevistar al Dr. Carlos Alberto Ríos, un destacado cirujano plástico y amante de los viajes

Dr. Ríos, cuéntenos, ¿cómo logra combinar su pasión por la cirugía plástica y sus aventuras viajeras?

Dr. Carlos Alberto Ríos: Bueno, la clave está en mi pasión por ambas cosas. Me encanta lo que hago en mi profesión de cirujano plástico y reconstructivo, y mezclar esta fascinación con la oportunidad de viajar y aprender en diferentes países es simplemente maravilloso. Además, explorar destinos extraordinarios es una experiencia gratificante que la vida me ha regalado.

 Es evidente que disfruta de sus viajes. ¿Cuál es su destino favorito hasta ahora?

Dr. Carlos Alberto Ríos: Sin duda, México. Este país tiene lugares mágicos, paisajes hermosos y paradisiacos que me enamoran cada vez que voy. La cultura, la comida, la música y, sobre todo, la calidez de su gente hacen que cada visita sea especial.

¿Hay algún lugar que aún sueñe con conocer?

Interesante elección. ¿Podría compartir con nosotros una anécdota de viaje que le haya dejado una impresión duradera?

Dr. Carlos Alberto Ríos: Claro, una anécdota que siempre me hace sonreír ocurrió en un tour por Grecia. Estábamos en un lujoso yate, disfrutando de champaña y decidí cambiar la música tecno que sonaba por canciones de banda y música de despecho, que adoro y es muy popular en Colombia y México. Los turistas de yates cercanos y del muelle se volvieron para mirarnos, algunos sorprendidos, otros desconcertados. Todos con música tecno y nosotros con nuestra música de banda a todo volumen. Me miraron extraño, pero decidí seguir cantando mis canciones favoritas, ¡fue un momento memorable!

Mientras seguía cantando a todo pulmón mis canciones favoritas de banda, noté cómo algunas personas comenzaron a sonreír y otras incluso empezaron a aplaudir desde sus propios yates. La música de banda había trascendido las fronteras culturales y se había convertido en un lenguaje universal de alegría.

Fue entonces cuando, en medio de nuestra "fiesta de banda en el mar", un grupo de jóvenes locales que navegaban en un pequeño bote de pesca se nos acercó. Al principio, parecían curiosos y un poco sorprendidos por nuestra elección musical, pero pronto se unieron a la diversión. Comenzaron a bailar y a cantar con nosotros, creando una mezcla única de sonidos y culturas.

Ese momento en el yate se convirtió en un hermoso encuentro intercultural. Todos estábamos compartiendo nuestra música y nuestra alegría sin importar de dónde éramos ni a qué cultura pertenecíamos. Fue un recordatorio poderoso de cómo la música tiene el poder de unir a las personas y derribar barreras.

A medida que avanzaba la tarde y nos acercábamos al hermoso atardecer griego, seguimos cantando y celebrando juntos. Ese día, aprendí que la música y la pasión por la vida pueden unir a personas de diferentes partes del mundo y crear momentos inolvidables que perdurarán para siempre en nuestros corazones.

Desde entonces, siempre llevo conmigo la lección de esa experiencia: que la música puede ser un puente para conectar con personas de cualquier lugar del mundo, incluso en medio del mar.

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